Trastorno de personalidad antisocial.

El trastorno de conducta antisocial consiste en un patrón de desprecio y violación de los derechos humanos de los demás. Existe fracaso para adaptarse a normas sociales, lo cual puede llevar a problemas de detención. También se presenta la mentira y la estafa para obtener beneficio personal o por placer, impulsividad o incapacidad para planificar el futuro, agresividad, despreocupación por la seguridad propia o la de los demás, incapacidad de mantener un trabajo estable o de hacerse cargo de obligaciones económicas y falta de remordimiento.

El trastorno de la personalidad antisocial se da después de los 18 años, y su aparición no obedece a una esquizofrenia o a episodio de manía. Este trastorno provoca deterioro significativo de su relación con el medio ambiente, especialmente referente a la actividad social, académica o laboral.

Estos individuos tienen dificultades en posponer la satisfacción, razón por la cual lleva a cabo lo que desea. Igualmente, ellos tienen poco nivel empático –ponerse en los zapatos del otro- puesto que su objetivo constante es en engañar a los demás y escasa culpabilidad.

El trastorno de personalidad antisocial se puede asociar a la psicopatía. Sin embargo, el primero describe comportamientos, mientras que el segundo describe rasgos de personalidad. Debido a esto, podemos distinguir que los psicópatas no tienen necesariamente dificultades legales, interpersonales o no manifiestan conductas de agresividad.

Adicionalmente, los estudios señalan que los psicópatas tienen una inteligencia más desarrollada que las personas que tienen un trastorno de personalidad antisocial, de manera que presentar mayores capacidades cognitivas evita que los sujetos sean atrapados,

En cuanto a la formación del trastorno antisocial, los estudios han dado como resultado que se debe dar una interacción genética, biológica y ambiental. Desde este punto de vista, las influencias ambientales son importantes solo en presencia de ciertas predisposiciones genéticas y biológicas –inmadurez de la corteza prefrontal-.

Acerca de las variables ambientales, muchos autores, entre ellos Patterson en 1982, han dicho que la agresión de los niños se puede intensificar debido a la disfuncional interacción con los padres puesto que ellos ceden ante los deseos manifestados por sus hijos. De esta forma, los hijos aprenden a manipular a sus figuras parentales.

La no imposición de límites y de deberes a los hijos genera que él no adquiera una normatividad. El hijo consigue todo lo que se desea en el momento en que lo desea, generando que él no aprenda a posponer el placer o a dominar sus estados afectivos ante una negativa.

Sobre la influencia ambiental en los comportamientos antisociales, otros estudios hechos por Barret y sus colaboradores en el 2000 concluyen que las personas que han sido expuestos a sucesos altamente traumáticos, tienen más probabilidades de entregarse a la violencia, a actividades ilegales y al mentir

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