trastorno de personalidad límite de los adultos jóvenes.

El trastorno de personalidad límite o borderline, según el manual de psicopatología, se caracteriza por un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales –movimiento constante entre los extremos de idealización y devaluación-, y en las emociones –cambio constante de las emociones negativas a las emociones positivas-, la autoimagen y la productividad.

El individuo con este tipo de trastorno también puede presentar  impulsividad en el tema de los gastos, sexo, abuso de sustancias o relación con la comida, puede presentar sentimientos constantes de vacío y puede presentar intentos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamientos de automutilación.

Si se analiza cada uno de los aspectos que caracterizan este tipo de personalidad, se puede llegar a la conclusión que la mayoría de personas que tienen entre diez y ocho y veinte y cinco años, presentan en sus patrones conductuales, al menos tres de estos rasgos descriptivos de su individualidad.

Las razones pueden ser muchas. Una de ellas es la dinámica productiva relacionada con que los dos padres, cuando el adulto joven fue niño o adolescente, tuvieron que trabajar largas horas al día para poder dar a su familia el sustento de bienes y servicios básicos, algo que esta acompañado con que, en muchas ocasiones, estos padres deben cooperar o asumir la totalidad los gastos de sus propios padres.

Otra de las razones, puede ser que, debido a factores como la globalización, competencia entre personas sobre quien tiene más, creación de necesidades “ficticias”…, la compra de  bienes o servicios se convierte en un ideal que hay que cumplir, por lo cual los esfuerzos tanto individuales como de pareja se encaminan hacia esos objetivos. Objetivos que terminan siendo egocéntricos y que los padres disfrazan con la excusa de su deseo por proporcionarle a sus hijos las mejores cosas y oportunidades

Conseguir bienes costosos y tener comodidades se convierte en la principal filosofía de vida, algo que la mayor parte de las ocasiones supera sus posibilidades de ingreso y ahorro, por lo cual abusan del uso de las tarjetas de crédito y tienen que trabajar demasiadas horas, descuidando las otras facetas de su vida, como la formación de los hijos.

De esta forma, no existe mayores posibilidades para la formación de vínculos afectivos estructurados entre padre e hijos, o que los adultos puedan acompañarlos en su procesos de formación, exigirles la adquisición de normatividades, desarrollar sus competencias blandas…

Ante la ausencia obligada de los padres, los hijos son formados por otras personas. Ausencia que no corresponde a los horarios laborales normales sino que corresponden a horas extras o trabajos complementarios que den mayores ingresos y más capacidad en la adquisición de bienes y servicios.

Los hijos formados por las empleadas, abuelos, por parte del estado a través de hogares comunitarios.., o formados solitariamente con supervisión de los vecinos, no tienen herramientas emocionales necesarias para desarrollar una personalidad estructurada, culpabilizando a la sociedad entera de su “desdicha”, deseando venganza continua, algo que promueve una insana adecuación al orden social y cultural.

Dicha personalidad, con rasgos desequilibrados y desestructurados se traduce en comportamientos de personalidad límite o borderline, durante la niñez y la adolescencia. Sin embargo, estas acciones toman una acción más determinante a partir de los diez y ocho años.

La implicación social del sujeto por sentirse mayor de edad y ser visualizado por la sociedad como tal, presiona al adulto joven para tener interacciones con los demás y con el mismo, y manejar su vida bajo sus propios lineamientos, algunas veces aceptando el acompañamiento y el consejo de sus padres o figuras de afecto.

En el camino de controlar su propia existencia, el adulto joven tendrá muchos inconvenientes, los cuales pueden producir que este sujeto exacerbe sus características límites o borderline, al no tener fortalezas emocionales para contrarrestar las dificultades normales que tendrá para la formación de vínculos afectivos con otros y con él mismo, y/o en la consecución de determinados objetivos, o por lo menos en el conocimiento de sus motivaciones.

Los adultos jóvenes se sienten impotentes para manejar sus emociones negativas, generando reacciones descontroladas y desbocadas con sus semejantes, pudiendo llegar a conductas de maltrato o diversas impulsividades, como se explicó anteriormente –gastos, adicciones..-.

Adicionalmente, los adultos jóvenes no son estables en el lazo emocional con otros, algo que puede implicar la no aceptación de las demás personas como seres integrales que tienen fortalezas y debilidades–cosas buenas y cosas malas-. Los adultos jóvenes con este tipo de peculiaridades tienen la capacidad de ilusionarse pero también decepcionarse muy fácil, por lo cual no tienen vínculos afectivos prolongados.

Fuera de sostener relaciones disfuncionales con su familia, sus amigos y la sociedad en general, el adulto joven tiene una unión insana consigo mismo puesto que se siente vacío, incomprendido. El no tiene interés por conocerse, por explorarse, llevándole muchas veces a la realización de  conductas suicidas o de automutilación.

Como principal conclusión de este escrito, se puede decir que las consecuencias de los vínculos emocionales poco saludables de los padres con sus hijos, durante la niñez y la adolescencia, se pueden observar en los comportamientos límites que presentan cuando estos se convierte en adultos, puesto que no son capaces de manejar funcionalmente  la presión que ejerce la sociedad sobre ellos en muchos aspectos.

Este es un escrito que tiene dos propósitos fundamentales: El primero de ellos es formar en diversos componentes que permitirán profundizar en conceptos y variadas realidades psicológicas, así como mejorar la salud mental del individuo y del grupo familiar. El segundo objetivo es promocionar mi consulta clínica de forma virtual y presencial, ambas se pueden solicitar al celular 320 6919221

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