Trastorno somatoformes en la niñez.

Los trastornos somatoformes son aquellos asociados a síntomas físicos para los cuales no existe una causa médica evidente. En este tipo de disfuncionalidades los individuos tienen una preocupación excesiva por la apariencia o el funcionamiento corporal.

Existen cinco clases de trastornos somotoformes: La hipocondriasis, el trastorno de somatización, el trastorno de conversión, el trastorno de dolor y el trastorno dismórfico corporal. Cada una de estas afecciones tiene definiciones y características particulares.

El inicio de los trastornos somatoformes ocurre en la primera infancia puesto que el niño adquiere los mismos patrones de comportamiento que observa en su familia nuclear o extensa, en caso que estos expresen sus malestares psicológicos a través de dolencias corporales o preocupación excesiva por su cuerpo.

Adicionalmente, los infantes muy pequeños, que aún no tienen un lenguaje que sirva para exteriorizar sus emociones, sentimientos y/o pensamientos, ejecutan esta manifestación mediante lo corporal, algo que es reforzado por la repetición de patrones familiares como se dijo anteriormente, o cuando este síntoma corporal recibe una respuesta positiva de la familia del niño –obtener el máximo de atención de los adultos, manipular a papá y mamá, hacer que ellos cambien su parecer frente a algo que habían negado…-

De esta manera, aunque el menor puede comunicarse, lo sigue haciendo por medio de lo orgánico, puesto que ha interiorizado el concepto que su cuerpo consigue lo que la palabra no puede. Así, los trastornos somatoformes tienen ganancias que no las dejan desaparecer.

Ganancias que en una cantidad significativa de ocasiones esta relacionada con conseguir la atención de los padres, debido que no lo pueden hacer de otra forma. Los padres se encuentran sumamente ocupados en sus actividades, y no han dado a su hijo vínculos afectivos funcionales, en los cuales haya contención de afectos y se exija una tramitación de sus estados emocionales teniendo como base el discurso.

Los trastornos somatoformes de los hijos es una conducta disfuncional que las figuras parentales necesitan aprender a observar, aceptar que es una reacción desadaptativa y tomar las medidas correctivas referentes al desarrollo de un proceso terapéutico.

Este proceso es un espacio en el cual el niño explora su mismisidad, frente a un tercero que constantemente retroalimenta e interpreta, permitiendo que el pequeño ponga en palabras emociones que coloca en síntomas físicos con sus padres y demás figuras de afecto.

De esta forma, el niño inviste al terapeuta de la energía que impone a sus padres, logrando que los efectos dados en ese contexto se amplíen hacia el medio familiar, lo cual solo se puede dar en la medida que las figuras parentales tengan una participación proactiva en el proceso que su hijo se encuentre realizando.

En muchas ocasiones papá y mamá no implementan las trasformaciones que se van dando con el movimiento del proceso terapéutico, debido que las acciones somatoformes de su hijo, generan ganancias referentes al no enfrentamiento de las disfuncionalidades de pareja.

En este caso, los padres no tienen motivación para resolver sus propios conflictos, o tienen miedo que estos sean de tal magnitud que acaben con su vínculo de convivencia, razones suficientes para centrar su atención solamente en la patología de su hijo.

Como principal conclusión de este escrito, se puede afirmar que los trastornos somatoformes que se presentan en los niños, ofrecen una considerable resistencia para su extinción puesto que detrás de ellos, se encuentran las ganancias de los padres y las ganancias del propio hijo.

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