Tratamiento psicosocial para el Alzheimer.

Los tratamientos psicosociales del Alzheimer se centran en mejorar las condiciones de vida de la persona que la padece, y su familia. En cuanto a los adultos mayores, ellos pueden aprender estrategias para compensar el deterioro cognitivo, y que este no genere tanta angustia, ansiedad y sentimientos desplacenteros, por lo menos en las primeras fases.

Estrategias que pueden ser marcar los objetos con su nombre, implementar mapas de la casa para moverse de un lugar al otro, realizar listas con eventos o cosas importantes que tiene que hacer, lo mismo que cumpleaños, fechas especiales y teléfono de las personas significativas, asistencia a instituciones educativas especializadas en el manejo de este tipo de población.

Estas estrategias son unas entre muchas que la familia puede implementar, con el asesoramiento del equipo interdisciplinario, el cual debe trabajar en conjunto con el adulto mayor y el grupo familiar, necesitando el compromiso de la familia nuclear para el mejoramiento de las condiciones de vida de la persona que sufre esta patología.

En cuanto al grupo familiar, un concepto que ellos necesitan tener muy claro es que entre más avanzada sea la demencia de Alzheimer, menos capacidad de decisión y razonamiento tienen los adultos mayores, por lo cual los hijos deben convertirse en personas que promuevan el soporte emocional y la normatividad a sus padres.

Soporte emocional que significa proveer vivienda, alimentación, cuidados básicos, manejo del tema de sus deposiciones, trato respetuoso y cariñoso… convirtiéndose de esta forma en la figura protectora o maternal de sus propios padres.

Acerca de la normatividad, esta consiste en el control de sus horarios de descanso, alimentación y toma de medicamentos, de las actividades que ejecutará, lo mismo que de las prohibiciones y en algunos casos los regaños, y el seguimiento de las actividades recomendadas por el equipo interdisciplinario, convirtiéndose de esta forma en la figura que desarrolla la función paterna de sus propios padres.

El hecho que los hijos se conviertan, de manera obligada, en los padres de sus padres, ocasiona sentimientos y sensaciones de tristeza, miedo, temor, rechazo e impotencia, por lo cual puede existir dificultad para ejercer su papel con eficacia en los primeros momentos en que les toca asumirlo.

Tristeza que se intensifica en la medida que los padres no logran reconocer a sus hijos, y los empiezan a nombrar como papá o mamá, o simplemente se refieren a ellos como personas que no conocen, en caso que los hijos no hayan tenido contacto físico con sus padres en tres días o más. Aflicción que también esta ligada a la agresividad física y/o verbal de sus padres, escaso control de impulsos –masturbarse en público-…

Además de la tarea complicada de ser padres de sus padres, los hijos requieren saber que algunas demencias tipo Alzheimer, están acompañadas de delirios, por lo cual los adultos mayores piensan y sienten que las demás personas, incluyendo sus hijos, los robaran, matarán o harán algo malo contra él.

El daño a nivel cognitivo de los padres, tener que convertirse en padres de sus padres, lo mismo que los delirios de las figuras parentales en los cuales sus hijos son los verdugos, provocan sentimientos y sensaciones negativas que requieren su exteriorización dentro de un proceso terapéutico.

Proceso que permita entre otras cosas, aceptar y asimilar emocionalmente el estado de salud de sus padres, y el proceso de la vida en general, para posteriormente, tomar el control sobre los cuidados de sus figuras parentales, y aprender a manejar sus delirios, la resistencia para actuar como padres de sus padres, situaciones estresantes…

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