Desarrollo de la capacidad de aprendizaje en adolescentes.

Tal como se dijo en el anterior escrito, la capacidad de aprendizaje, además de las facilidades cognitivas que tenga el sujeto para asimilar nueva información y luego aplicarla en la realidad, también depende de un alto componente motivacional que tiene sus orígenes desde el primer día de vida del bebé.

Dicho componente motivacional puede ser activado en la adolescencia cuando la persona entre 12 y 18 años implementa acciones vinculadas al proyecto de vida. Herramienta que ha comenzado a construir durante su niñez con el direccionamiento de sus padres, pero ahora se puede modificar un poco o seguir con su linealidad característica.

De esta manera, cada proyecto de interés del niño y que él ha planificado con ayuda de sus padres durante la niñez, requieren que en la adolescencia puedan intensificar su nivel, producto de nuevos aprendizajes que el sujeto desarrollara por cuenta propia como la enseñanza de un tercero.

El deseo por estos aprendizajes novedosos se podrá alimentar de la agresividad propia del adolescente que adquiere por la alta producción de hormonas sexuales, solo en caso que los padres hayan enseñado a su hijo a tramitar su energía por medio de saberes concernientes a actividades socialmente aceptadas.

De esta manera, el desarrollo de esta competencia es algo que comienza en la niñez pero que tiene un punto significativo en la adolescencia puesto que en estos años, los hijos comienzan a aplicar los conceptos aprendidos en sus actividades lejos del entorno familiar.

Además de la formación de la capacidad de aprendizaje asociada por un proyecto de vida, esta requiere ser atravesada, durante la totalidad del periodo formativo, por el componente vinculado con la inteligencia emocional tanto en su parte introspectiva –conocimiento de su deseo, control emocional y auto conocimiento- como en la parte por fuera del individuo –empatía, interacción asertiva con los demás-.

De esta manera, el adolescente podrá llegar a las respuestas de los cuestionamiento acerca de la manera como se produjeron sus fracasos o sus logros, pudiendo implementar programas para mejorar debilidades y acciones para desarrollar fortalezas hasta un nivel más alto del que se encuentra actualmente.

Al reforzar estos concepto, el hijo se puede conectar con sus propias necesidades y las de sus figuras parentales en cuanto ellas requieren enseñarle a su hijo ciertas habilidades para tener una convivencia funcional con otros y consigo mismo –graduarse de educación secundaria, dominar ciertos oficios de agricultura, manejo de cocina,,,,-.

Los padres direccionarán a su hijo adolescente en este proyecto de vida atravesado por la inteligencia emocional, lo cual no quiere decir que los adultos solucionen la totalidad de sus inconvenientes sino que acompañen emocionalmente el camino que sigue el menor y lo induzcan a la creación de cuestionamientos y maneras distintas de resolver las situaciones.

Adicional a los esfuerzos que los padres ejecuten para el desarrollo de la capacidad de aprendizaje en su hijo, esta se crea a partir del modelamiento positivo de los padres. Aunque los adolescentes pretendan buscar modelos en sujetos diferentes a sus padres para distanciarse de ellos, los menores se encuentran muy pendientes de los comportamientos de los mayores respecto de las actitudes frente a los aprendizajes en su ambiente laboral, familiar, social o de pareja.

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