
El aborto es la interrupción voluntaria del embarazo mediante un procedimiento específico. El aborto puede llevarse a cabo con medicamentos –aborto terapéutico- o de manera quirúrgica –aborto inducido o aquel en el cual se extrae el embarazo del útero-.
La posición que cada persona tenga respecto al aborto depende bastante del planteamiento de la religión a la cual pertenezca, impidiendo esta concepción un análisis objetivo de los pro y los contra de tomar dicha decisión, sucediendo un fenómeno muy similar al que ocurre con la eutanasia.
Debido a esta subjetividad, los practicantes de las diversas tendencias religiosas, conciben el aborto de una forma diferente a como lo hacen las ciencias médicas. Para la religión, el aborto ocurre después que se ha disuelto la unión entre ovulo y espermatozoide, mientras que para la medicina, el aborto ocurre después que la bola de células se ha implantado en la pared del útero, o sea seis días posterior a su fecundación.
Partiendo de esta diferenciación, ocurren las primeras discusiones con respecto al aborto porque existen ciertos métodos anticonceptivos regulares que son considerados abortivos por los seguidores religiosos, más no por el saber científico puesto que el accionar de dicha anticoncepción permite la fecundación pero impide la implantación.
Dicha discusión toma otro tono en el momento en que ocurre un aborto con células fecundadas en los cuales se han desarrollado o comienzan a funcionar la totalidad de sus sistemas, o sea el embrión que se encuentran en el útero. En este momento, la controversia acerca de este tema sigue teniendo una base religiosa pero se traslada al derecho.
Las personas en contra del aborto, adeptos a la religión que se denominan pro-vida, promueven la idea acerca que ellos no pueden disponer de la vida de otros, y menos aún si ese otro se encuentra en estado de indefensión, como el que acaece al feto dentro del vientre de su madre.
Los individuos que se auto-denominan pro-vida, condenan a las mujeres que han abortado o que piensan hacerlo, utilizando muchas argumentaciones, una de ellas es que la realización de este procedimiento es la medida más fácil para evitar responsabilidades que no han querido asumir y poder seguir ejerciendo su sexualidad sin limitaciones.
En muchos casos puede ocurrir esto, pero en otros, el sesgo religioso no ha permitido que se den cuenta, que las mujeres o parejas que han decidido abortar, lo han hecho mediante un proceso complicado de toma de decisiones. Proceso que puede dejar algunas huellas traumáticas en un futuro.
En efecto, una parte importante de las mujeres o parejas que han abortado, lo han hecho teniendo que romper paradigmas familiares y culturales, logrando que su objetividad tenga más fuerza que su subjetividad, o sea pensando que teniendo al hijo que esta esperando, podría provocarle muchas disfuncionalidades emocionales que no esta preparado para solucionar y no tiene deseos de hacerlo puesto que no existen las condiciones psicológicas, afectivas y/o las financieras adecuadas.
Desde este punto de vista, el aborto podría convertirse en una solución más ética que aquellas ofrecidas por las personas que pregonan posiciones pro-vida a cualquier costo, aunque dicho costo sea la sobre-población del planeta, la tenencia de hijos que vivirán con condiciones muy significativas de pobreza o de hijos que crecerán en un ambiente emocional completamente nocivo.
Estas decisiones con mayor nivel de conductas éticas cuando el aborto se práctica en cuestiones de fallas aisladas en el funcionamiento de los métodos anticonceptivos, no debe confundirse con que el aborto se implemente en muchos casos por cada mujer, convirtiéndose en una forma usual de evitar hijos.
En estos casos, el aborto se transforma en un accionar irresponsable de la mujer o de la pareja que realizo la penetración sin protección, lo cual podría generar variadas interpretaciones de sus causas, como el abuso de sustancias alucinógenas o embriagantes, fallas en los procesos de planificación, la existencia de un deseo inconsciente por quedar en embarazo y posteriormente ser madre/padre, entre otras cuestiones.
Sea cual sea, la decisión que haya tomado la mujer o en muchos casos la pareja, el autor de este escrito piensa que después de haber ejecutado este acción –el aborto-, es importante que se inicie un proceso terapéutico en que el sujeto pueda ahondar más profundamente en las emociones suscitadas por su conducta, y las memorias con carácter afectivo la cual se remite el acto que acabo de realizar.
Dicho proceso permitirá la asimilación emocional del aborto y permitirá descubrirse en su yo actual, su nueva identidad en la cual ha dejado atrás las posibles culpas para re significarse como sujeto, concibiendo su presente y su futuro con otra perspectiva diferente a la que tenía anteriormente.