El cuento de hadas de los tres cerditos, consiste en tres hermanos de esta especie que salieron de su hogar en el momento en que se sintieron capaces para hacerlo, acción que ejecutaron con el permiso de su madre quien recomendó que se cuidaran. Ellos encontraron un lugar que describieron como maravilloso, por lo cual decidieron construir tres hogares en ese punto. Uno para cada hermano.
El cerdito con menor edad, solo alcanzo a edificar una choza, puesto que desperdició la mayor parte de su tiempo en juego. El segundo construyo una cabaña más resistente, pudiendo hacer esto en la medida que puso mayor esfuerzo en la tarea. El tercero, o sea el cerdito mayor, desarrollo una casa de ladrillo, lo cual fue posible porque ocupo gran parte de su tiempo en este trabajo con pocos instantes para el descanso.
Un lobo pasó por las viviendas. El quería comerse a los cerditos por lo cual destruyo la primer vivienda con facilidad, la segunda con mayor ahínco y la tercera no pudo, intentando introducirse por la chimenea, con tan mala suerte que los cerditos planearon una fogata. El lobo cayó en el fuego y murió.
Esta narración muestra que el deseo de conseguir el placer de forma inmediata, puede interponerse en la calidad de las acciones futuras. Los dos cerditos más jóvenes, por ocupar gran parte de su tiempo en actividades de ocio, no aprovecharon en la cimentación de una vivienda estructurada que soportara las amenazas externas.
Por otro lado, el cerdito mayor prefirió implementar sacrificios, trabajando jornadas más prolongadas que los otros, con el objetivo de obtener un resultado más sólido, logrando protegerse de esta manera de las amenazas externas –en este caso el lobo- y hacerlo también con sus hermanos.
Manera de trabajo cuyos propósitos a largo plazo se convirtieron en algo más fuerte que las satisfacciones instantáneas. En este caso, el primogénito fue capaz de anticiparse y adaptarse sanamente al ambiente y resistir ante la seducción del placer actual ilimitado, poniendo en práctica la enseñanza de su madre –cuídate-.
Al ser el único de los tres hermanos que atendió y puso en práctica aquel conocimiento aprendido por el consejo de su figura materna, esta historia otorga mayor valoración a los mayores sobre los de menos edad puesto que los significa como aquellos capaces de escuchar, seguir ordenamientos y aplazar recompensas.
Aparte del comportamiento de los tres cerditos, este cuento de hadas se centra en la acción del lobo de soplar para destruir las casas y posteriormente comerse a los tres hermanos. Sin embargo, él no puede hacerlo con la vivienda del mayor, decidiendo introducirse por la chimenea de manera que pudiera acceder a ellos y engullirlos.
El lobo es el malo o ser peligroso del cuento de hadas, pero en el campo de la realidad puede simbolizar las cosas o personas amenazantes que cada hijo necesita enfrentar en el camino de alejamiento físico y/o emocional de su casa, aveturándose en una existencia independiente en la cual la totalidad de las vivencias son nuevas y pueden ser potencialmente peligrosas.
La sociedad constantemente, mediante distintas pruebas que hacen parte del vivir personal, comprueba que el individuo se encuentre preparado de forma funcional para enfrentar sus experiencias, proporcionándole desafíos que aumentan paulatinamente su grado de dificultad, produciendo de esta forma enseñanzas distintas que complementan la especificidad de la toma de decisiones.
De esta manera, el lobo del cuento de hadas de los tres cerditos es un otro social del cual el padre es aquella persona que lo representa dentro del entorno familiar. Desde este punto de análisis, cuando el lobo sopla las casas en el cuento, es porque en la cotidianidad la figura paterna esta evaluando los logros que sus hijos consiguen en la medida en que se desarrollan.
En el estadio más avanzado de desarrollo, o sea en el cerdito mayor si se aplica al cuento de los tres cerditos, él puede superar el padre, siendo más inteligente que él, por lo cual se puede concluir que este hijo pudo interiorizar la totalidad de aprendizajes recibidos de su predecesor –padre-, agregándole sus sellos o particularidades en la solución de conflictos.
El hecho que un hijo pueda vencer algún día al padre es un concepto que el niño pequeño puede tolerar desde el simbolismo, pero no podría soportarlo desde lo real puesto que esto implicaría su imposibilidad para confiar en sus figuras de apoyo, quienes pierden sus batallas fácilmente.
Adicionalmente, el hijo en esta situación de ganador ante su figura parental, no estaría dispuesto a obedecerlo en sus ordenamientos, por lo cual tendría problemas en la interiorización de una normatividad, la estructuración de un lenguaje social y dificultades en sus competencias adaptativas.