Los adultos entre 25 y 40 años nunca tienen tiempo.

“No tengo tiempo” es una expresión que pueden utilizar muchos individuos para evadir diversos compromisos o actividades. Igualmente, también puede comunicar inconvenientes para conocer sus limitaciones, de tal manera que se compromete o existe el deseo con otros y con él mismo por la realización de múltiples tareas que no son capaces de cumplir con un efectivo rendimiento.

El fenómeno de “no tener tiempo” debido al poco conocimiento o aceptación del punto hasta donde puede llegar, ocurre, más que todo, en la época de desarrollo personal entre 25 y 40 años, puesto que, por su necesidad de agradar y recibir la aprobación del otro, el individuo no toma en cuenta o no reconoce sus términos, aceptando cualquier exigencia o requerimiento.

De esta forma, el sujeto siente que si no logra cumplir las demandas que la totalidad de las personas ejecutan sobre él, no recibirá la aprobación, y por ende su identidad social no se desarrollará óptimamente –entre más acciones lleve a cabo, mayor beneplácito conseguirá del medio, lo cual influirá positivamente en su identidad-.

El individuo por querer mostrar su proactividad para ser tenido en cuenta en cuestiones laborales, afectivas, familiares… y para tener mayores afectos de los otros sobre él, acepta las exigencias o el pedido de ayuda de otras personas, a pesar de no tener las capacidades para conseguir estos objetivos, sea por falta de conocimiento, tiempo, apertura emocional..

Querer y sentirse obligado a agradar a terceros constantemente, puede provocar que el adulto entre 25 y 40 años, se sienta sobre exigido, aturdido, desmotivado, estresado, y tenga la sensación que no existe suficiente tiempo o la oportunidad para dedicarse con resultados positivos a las tareas que se han impuesto.

Una de las interpretaciones que se puede ofrecer ante este “no tener tiempo” es que el individuo siente que la cantidad de actividades que realiza y el esfuerzo que ha colocado en ellas, no corresponden a la totalidad de sus capacidades, teniendo que recibir otras obligaciones de los demás, las cuales descompensan por el pensar acerca que no se pueden hacer, pero a la vez, provocan en el sujeto la idea acerca que tienen la capacidad de equilibrar su autoestima.

La concepción propia acerca de la posibilidad por dar más, puede denotar sacrificio y deseo de surgir. Sin embargo, esto muchas veces se realiza mediante un ideal y no de la evaluación del sí mismo –conocimiento de fortalezas, debilidades, motivación impedimentos..-, lo cual tiene más cualidades que el querer salir adelante, dando como resultado un rendimiento pobre de las actividades, la incapacidad para realizar algunas otras o el desarrollo de ellas con el correspondiente malestar emocional producto del cansancio.

El deseo de brillar sin la autoevaluación debida para conseguirlo, es algo cuyo origen es el vínculo afectivo disfuncional con sus padres, especialmente en la primera infancia, caracterizado en que su hijo no adquirió herramientas para ejecutar con continuidad dicha valoración propia, y además, él siente que su arduo empeño por conseguir objetivos, no son reconocidos y/o distinguidos por sus figuras parentales.

Igualmente, estos vínculos afectivos disfuncionales con papá, mamá y/o ambos, tienen efectos en que el sujeto no haya aprendido a dar una negativa ante pedidos o favores que no puede o no esta interesado en implementar, lo cual sucede para conseguir la aprobación de los padres, que se generaliza a los otros, siendo algo que dicho individuo considera esencial para elevar su autoestima.

Otra interpretación que puede explicar el “no tengo tiempo” es la ausencia de intereses para la ejecución de procesos introspectivos, pues la totalidad de sus ocupaciones están ligadas a la aceptación y la aprobación del otro, no dejando ningún tipo de espacio para sí mismo.

Dicha segunda interpretación, puede significar auto estima resquebrajada que origina que el adulto entre 25 y 40 años, huya al contacto consigo mismo por sentir que este tiene cosas dolorosas que no se soportarán en su encuentro, prefiriendo esconderse en compromisos externos.

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